Los reinos romano-germánicos
Hoy vimos las características más destacadas de los reinos romano-germánicos.
Estos reinos son los reinos bárbaros, que se establecieron en el territorio del
antiguo Imperio Romano de Occidente.
La palabra “germánicos” a muchos de ustedes les sonó familiar, ya que la
asociaron con Alemania. Digamos que algunos de estos reinos estaban asentados
en el lugar geográfico que hoy ocupa la nación alemana. Además, el idioma que
hablan actualmente los alemanes es descendiente del idioma que hablaban los
pueblos germanos durante los siglos que estamos viendo (V y VI).
Vimos que no se puede marcar certeramente las fronteras de estos reinos,
ya que las mismas cambiaban constantemente. Eran pueblos muy belicosos
(guerreros), se peleaban entre ellos y perdían o anexaban territorios. De todas
formas si podemos tener claro las zonas que ocuparon los pueblos más numerosos
e importantes.
Les dejo unos mapas en donde verán las zonas donde se establecieron estos
reinos.
A la cabeza de cada uno de estos reinos se hallaba un Rey, que a la vez
era un Jefe Militar. Cada uno de estos reyes consideraban a su reino como una
propiedad personal, es decir, podían repartirlo entre sus hijos por
ejemplo. Considerar al reino como una propiedad personal es una tradición de
estos pueblos, Roma no tenia esta tradición.
El poder de estos reyes se apoyaba en la fidelidad que le juraban
sus soldados, y en la fuerza de su ejército. Este juramento de fidelidad
también es una tradición germana, por la cual, los soldados acompañaban
incondicionalmente a su rey, lo protegían y lo seguían en las guerras. Esta
fidelidad se asocia con una admiración y profundo respeto que tenían los
soldados por su rey. Dijimos que la base de la riqueza era la tierra, ya que el
dinero casi no circulaba. Es por esto que, a cambio de la fidelidad y los
servicios militares, el rey les entregaba a sus soldados una parcela de tierra
para que pudieran vivir y mantenerse. Dicha tierra venía con colonos que la
trabajaban. El juramento de fidelidad duraba toda la vida.
Si alguno de los soldados que habían jurado fidelidad a su rey lo
traicionaba, era considerado un traidor. El rey podía quitarle la tierra que le
cedió, y además vengarse de esa traición asesinándolo.
Al igual que el colonato en Roma, la relación que unía al rey con sus
soldados era una relación de dependencia personal. El rey dependía de sus
soldados para ejercer su autoridad de mejor manera y para poder conquistar más
tierra. Los soldados dependían de su rey porque gracias a este obtenían tierra
y seguridad.
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