En esta clase
nos ocupamos del ocio y las diversiones en tiempos del Imperio Romano. El ocio es el tiempo
libre que tenemos para descansar y divertirnos y fue una innovación de los
romanos. Ese tiempo lo utilizaban para ir a lugares tales como el teatro, el
circo, las termas y los anfiteatros. Vamos a recordar cada uno de ellos:
El TEATRO, igual
que en Grecia tuvo gran popularidad, pero mientras los griegos preferían las
tragedias, que eran obras serias, los romanos gustaban las comedias y
pantomimas, que eran obras graciosas. Es decir que los romanos iban al teatro a
reírse.
Las TERMAS eran
grandes baños públicos donde los ciudadanos concurrían a tomar baños en
piscinas con agua fría o caliente. Tenían además habitaciones para baños de
vapor y salas con masajistas, barberos y peluqueros. Algunas termas llegaron a
ser edificios imponentes con capacidad para cientos y cientos de personas. Esta
es una reconstrucción de las termas construidas por el emperador Caracalla.
Observen lo imponentes y lujosas que eran:
En nuestras
termas el agua caliente proviene de fuentes subterráneas que se encuentran a
altas temperaturas por el calor del centro de la Tierra. En las termas romanas,
en cambio, el agua era calentada por esclavos en hornos a leña, (hoy le
llamamos “calderas”) semejantes a los que calientan el agua de las piscinas de
nuestros clubes deportivos. En el siguiente esquema vemos a los hornos ubicados
en los sótanos de las habitaciones de baños:
En el CIRCO se
efectuaban carreras de carros tirados por hasta cuatro caballos sobre una larga
pista ovalada. Los cocheros que conducían los carros eran llamados “aurigas”.
Los accidentes eran frecuentes y provocaban el entusiasmo de público que hacía
apuestas a los ganadores, tal como se hace hoy en nuestros hipódromos. Esta
imagen, es una pintura del siglo XIX que recrea una de esas carreras:
El ANFITEATRO
atraía grandes masas de espectadores. En ellos se presentaban combates mortales
entre gladiadores, sangrientas luchas entre animales salvajes y se recreaban
grandes batallas de la antigüedad. El más imponentes de los anfiteatros fue el
“Coliseo” romano, inaugurado en el años 80 d.C. El Coliseo era una formidable construcción
similar a nuestro Estadio Centenario y tenía capacidad para más de 50.000 espectadores. Su planta era de forma
elíptica, estaba rodeado de “gradas” donde se sentaban los espectadores y tenía
una pista central llamada “arena” donde se realizaban los espectáculos. Aquí
vemos una reconstrucción del Coliseo romano:
En los subsuelos
del Coliseo había depósitos subterráneos donde se encerraban las fieras y poseían ascensores
mecánicos para subirlas a la arena. También poseían tuberías que podían inundar
la arena de agua para recrear grandes combates navales. En la siguiente
fotografía podemos ver el aspecto actual del Coliseo. Observen como el piso de
la arena se ha hundido y permite ver las instalaciones subterráneas:
Los gladiadores
eran, por lo general, esclavos que eran entrenados en el manejo de las armas
que esperaban obtener su libertad como premio a su victorias. También había
entre ellos condenados a muerte que esperaban obtener el perdón a su pena.
Incluso había hombres libres que luchaban por dinero y prestigio. El
espectáculo se iniciaba con un desfile de los combatientes y un saludo al
emperador: “Salve César, Emperador, los que van a morir te saludan”. El
desenlace de la lucha solía ser mortal pero si un gladiador era derribado vivo,
su vencedor no lo remataba sin consultar al público. El siguiente cuadro recrea
ese momento:
Otro de los
espectáculos sangrientos que se ofrecían en el Coliseo era exponer a los cristianos
a fieras salvajes, como leones y tigres. Los cristianos eran aún una minoría
religiosa que fue perseguida en tiempos del Alto Imperio. Esta pintura recrea
una de esas matanzas:
Por último,
dijimos en clase que todos estos espectáculos eran pagados en Roma y en las
provincias por el propio emperador o por magistrados locales que deseaban
ascender políticamente. Ya en tiempos de la República, los que aspiraban a
obtener magistraturas (como el propio Julio César) organizaban grandes
espectáculos. No había mejor manera de conseguir adeptos. Les dejo con esta
bella imagen exterior del Coliseo romano. Hasta el lunes.
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