Hoy
continuamos hablando acerca de algunas características de los matrimonios y la familia romana y nos
detuvimos en la crianza de los niños. Vimos que el padre tenía la posibilidad
de aceptar o rechazar a los recién nacidos. Como prueba de adopción, después de
haberlo reconocido el padre levantaba al niño en brazos. Durante ocho días, si era niña, o nueve si
era varón se le sometía a ceremonias de purificación ya que el niño estaba bajo
la influencia de los espíritus malignos y aún no pertenecía plenamente a la
familia. Tras eso, por fin se le daba un nombre al pequeño y se le regalaban
amuletos contra los malos espíritus y el “mal de ojo” que llevaría colgados del
cuello hasta la edad adulta. Los niños y
niñas romanos jugaban, tenían juguetes, muñecas y mascotas. Este antiguo mosaico representa a un niño
jugando con su cachorro:
Generalmente
los niños de las familias más poderosas eran se confiaban a nodrizas que muchas
veces eran griegas. Las nodrizas amamantaban y comenzaban a educarlos en la
lengua griega antes de ir a la escuela. Recordemos que hablar griego era un
símbolo de distinción entre los ciudadanos romanos en tanto que el latín era un
lenguaje mucho más común y vulgar. La enseñanza comprendía tres etapas que
escribimos en nuestra ficha. En una primera, de los 7 a los 13 años de edad, el
alumno aprendía a leer, escribir, recitar y también nociones de cálculo. Observen
esta escena en la que un alumnos es azotado con una vara por sus maestros. Hay
que recordar que hasta bien entrado el siglo XX los azotes a los alumnos eran
algo frecuente en las escuelas y nadie se impresionaba por ello:
En
un segundo período, que iba de los 13 a los 16 años, los maestros, llamados
“gramáticos”, iniciaban a los adolescentes en la literatura griega y romana y
en nociones acerca de las leyes. En clase observamos esta imagen en la que
vemos a un maestro que enseña a alumnos de diferentes edades y parece “retar”
al alumno que llega tarde. Observen sus vestimentas, sus calzados y los
pergaminos que usan para leer:
La
enorme mayoría de los adolescentes terminaban, hacia los 16 años con sus
estudios y se especializaban en algún oficio o iniciaban la carrera militar.
Sin embargo, algunos cumplían una tercera etapa de estudios, que comprendía la
enseñanza de la “retórica”, es decir el arte de hablar y expresarse bien. La
retórica era una disciplina de origen griego y era algo muy importante para
quienes aspiraban a ocupar magistraturas. Algunos jóvenes, de las familias más
ricas y poderosas, terminaban su instrucción en las escuelas de Atenas,
Pérgamo, Rodas o Alejandría, donde tomaban contacto con la refinada cultura
griega que tanto admiraban los romanos cultos. Hasta la próxima.
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