Escrito de Historia. 2º parte. Entrega viernes 24 de agosto.
Reportaje al Historiador Mijail Rostovtzeff
Abajo encontrarás un texto del
historiador Rostovtzeff acerca de Julio César. Debes imaginar que estás
hablando con él… aunque en realidad es imposible porque murió hace más de 50
años.
La tarea consiste en inventar
preguntas que le harías, y luego copiar parte de su texto, como si fuera su
respuesta a tu pregunta en una entrevista.
El reportaje tiene que ser de dos
carillas, entre tus preguntas, y las respuestas que copies de este texto. Naturalmente
no le voy a poner nota a Rostovtzeff, sino a qué tipo de preguntas le has
formulado, y sobre todo a la manera en que tu pregunta y su respuesta ajusten
(espero que perfectamente). Las preguntas más interesantes tienen más nota que
las más simples.
Ejemplo:
Pregunta: ¿Qué
novedades introdujo César en la vida pública en el año 69 aC?
Respuesta: Al
ejercer simultáneamente el cargo de cónsul en Roma y de procónsul en Galia
(59ac), César introdujo en la vida pública el principio de que un hombre podía
desempeñar varias funciones a la vez.
Al ejercer
simultáneamente el cargo de cónsul en Roma y de procónsul en Galia (59ac),
César introdujo en la vida pública el principio de que un hombre podía desempeñar
varias funciones a la vez. Otros lo habían hecho antes, pero César convirtió en
una práctica regular el ejercicio de varios cargos simultáneos. Desde el año
48, se lo eligió anualmente cónsul, desde ese año, recibió del pueblo el poder
tribunicio, es decir que, sin ser tribuno gozaba de todos los derechos de los
tribunos, incluso el de la inviolabilidad, que el pueblo le otorgó en 47 aC por
resolución especial. En el año 63 aC se lo eligió Pontífice Máximo, y en el 48
aC pasó a ser miembro de todos los colegios sacerdotales patricios. Esta
acumulación de títulos y de atribuciones era contraria a todas las tradiciones
políticas romanas, pero se ajustaba a la teoría de que el pueblo posee el
derecho soberano de crear nuevas formas de poder. En este sentido César era un
demócrata consecuente.
Muchas otras
atribuciones se agregaron a las anteriores, a pesar de que no había precedentes
en la historia de Roma. Una ley especial transfirió a César la vigilancia de
las costumbres, que había sido anteriormente una de las obligaciones del
censor, y César hizo uso de ese cargo para amenazar con la expulsión del Senado
o de otros cargos a todos los que no le agradaban, bajo pretexto de que su
conducta deshonraba a su clase. Otras leyes especiales confirieron a César el
derecho a nombrar magistrados para las provincias, y a recomendar al pueblo la
designación de la mitad de los magistrados que éste debía elegir: el derecho a
concluir la paz o a declarar la guerra (también en el años 48 aC); el derecho
perpetuo a emitir edictos (decretos) confirmados de antemano y sin discusión por
el Senado, mientas que los magistrados debían jurar obediencia a estos edictos
al tomar posesión de sus cargos.
La gran
acumulación de diversas atribuciones, acompañada por una larga lista de desproporcionados
títulos honoríficos, creó para César una posición enteramente excepcional en
Roma. El Senado, lleno de partidarios suyos, era su consejo; la asamblea
popular se reunía únicamente para votar leyes que ha habían sido aceptadas de antemano
y jamás intentó participar activamente en los asuntos públicos. El tribunado
del pueblo no daba ninguna señal de vida. De hecho, César era un monarca, por
encima de todos los controles, de cualquier tipo que fueran No es seguro que
pensara aceptar el título de rey. Sus enemigos así lo afirmaban y algunos de
sus más decididos partidarios, como Marco Antonio, al parecer lo deseaban. El
propio césar nunca manifestó su opinión sobre este punto de un modo definido;
sus acciones y alusiones accidentales y contradictorias, se pueden explicar de
diferentes maneras. También se creía generalmente que pensaba trasladar la
capital desde Roma al Oriente. Se murmuraba que César tenía la intención de
casarse con Cleopatra, la reina de Egipto y adoptar a Cesarión, el hijo que
había tenido con ella. César la había sacado de Alejandría, y ella tenía una
residencia en Roma.
Cualquiera
que sea el juicio que nos merezcan esos rumores que pertenecen a la clase de
murmullos presentes siempre en todas las crisis políticas, lo cierto es que
César consideraba que su poder era hereditario. A punto de partir para Oriente,
César hizo testamento por el cual adoptaba a su sobrino Octavio y le legaba la
mayor parte de su fortuna. Tal disposición mostraba claramente que consideraba
a Octavio como su sucesor y heredero de
su posición.
César no
solo encontró apoyo para su poder autocrático en su ejército, en sus veteranos
y en las atribuciones que el pueblo le concedió; las masas, fascinadas por su
personalidad, lo miraban con una especie de temor religioso. Para ellas, César
no solo era el favorito de la fortuna, el genio militar, sino también un ser
superior. Lejos de refrenar esa actitud, César la alentó. César no protestó
cuando el Senado aprobaba decretos que tendían a su endiosamiento. Así, se creó
un colegio sacerdotal especial juliano,
se edificó un templo a César y a la diosa Clemencia con un sacerdote especial
para el nuevo culto, y se cambió el nombre el mes Quintilis, por el de Julio.
César
pensaba extender la ciudadanía romana tanto como le fuera posible entre los habitantes
de las provincias. Todo esto indica que César pensaba borrar la aguda distinción
entre Italia y las provincias, y crean en todas las partes del Impero una clase
que gozaría de los mismos derechos que los ciudadanos romanos en Italia.
También había senadores provenientes de las provincias, para que el senado fuera
representativo de todo el imperio. Para eso César llevó al senado a sus amigos
y partidarios, haciendo caso omiso de su origen o de su actuación anterior. Mi
impresión general es que César pensaba llevar a cabo, en primer lugar, su gran
expedición militar que tendía a la creación de un imperio universal y luego se ocuparía
de los problemas relativos al cambio permanente de la forma de gobierno. Es
posible que pensara cambiar por completo la naturaleza de su propia posición
una vez terminada la campaña de Oriente.
Pero César
advirtió una cosa; la fuerza de la clase senatoria, que todavía no estaba convencida
de que ya había llegado a su fin el papel político principal que había cumplido
durante siglos. La designación de hombres ricos para integrar el senado, la distribución
de la ciudadanía romana en las provincias, la negativa a reconocer los privilegios
de las clases dirigentes, todas esas cosas contribuyeron bastante me parece, al
fin de César. Los senadores no habrían de renunciar tan fácilmente a sus
privilegios.
Cuando en el
año 44 aC un grupo de senadores planeó una conspiración contra César, su éxito
no fue puramente accidental. En los Idus (el día 15) de marzo del año 44, César
fue asesinado en una reunión del Senado por una banda de conspiradores
encabezados por Marco y Décimo Bruto, y por Casio. Tenían de su parte a la
mayoría del Senado, pero no consiguieron la simpatía que esperaban por parte
del ejército y del populacho romano; ni siquiera de la población de Italia. La
transferencia automática del poder al Senado, que evidentemente esperaban los
conspiradores después de la muerte de César, no tuvo lugar. Los cónsules tenían
suficiente fuerza militar como para neutralizar cualquier movimiento del
Senado. La posición de los conspiradores se hizo crítica cuando vieron que el
populacho de Roma estaba en su contra. Estas gentes habían sido conquistadas
por el legado que César les había dejado en su testamento, dado de inmediato a
publicidad.
¿Quién iba a
ser el sucesor de César? Nadie pensó seriamente en Octavio, un muchacho de 18
años a quien César había dejado su fortuna y su nombre, y que se hallaba fuera
de Roma. La situación era aproximadamente la misma que se presentó a la muerte
de Alejandro Magno.
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