En
la clase de hoy trabajamos con un espacio privado de la vida de los romanos:
las viviendas. Comenzamos viendo dos tipos de viviendas, que no eran los
únicos, las insulte y las domus. La principal diferencia entre una y otra
radicaba en quienes habitaban cada una. Las insulae eran viviendas de pobre y
las domus era de familias pudientes.
Las
insulae tenía características similares a los actuales edificios de
apartamentos aunque mucho más pequeños. En Montevideo, hasta no hace mucho
tiempo, lo más similar a estas viviendas eran los conventillos… Pero lo más
destacado era su disposición espacial.
Generalmente
estas viviendas eran construidas en madera. La base se hacía con ladrillos,
pero para alcanzar los pisos más altos (hasta 7) se necesitaba una estructura
más liviana. Por lo tanto, este material las hacía sumamente débiles, ya que
los derrumbes eran frecuentes. Lo que es peor, es que al intentar calefaccionar
el ambiente o iluminar se encendían hornillos o braceros, por lo que solían
incendiarse.
Quienes
habitaban las insulae eran pobres. Eran como pensiones de alquiler. En el
primer piso, generalmente había tiendas de ropa o comida. En los demás pisos,
las personas vivían sumamente hacinadas.
Vimos
que las familias eran numerosas, por lo tanto, viviendo en una sola habitación,
sin luz, ni agua potable, ni servicios higiénicos (baño), la vida debería ser
bastante difícil, y no debían tener muy buen aspecto.
Otro
tipo de vivienda era la domus: esta vivienda tenía una forma muy diferente a la
anterior. Se desarrollaba en un solo piso, tenía espacios abiertos y era más
cómoda: eran viviendas de familias ricas.
La
domus era una demostración de status, quien viviera en una tenía mucho dinero,
esclavos, muchas veces cargos públicos… Su distribución era muy diferente a una
casa actual. Tenía un espacio central (Atrium) que era el eje de la casa. Como
no tenían agua corriente, debían juntar agua de lluvia para las necesidades del
hogar y para esto, en la parte superior había un orificio en el tejado
(compluvium) por donde caía el agua hasta el Impluvium, que funcionaba como
depósito.
Al
fondo, existía un jardín que tenía una función similar al Artium: daba
iluminación y distribuía las habitaciones a su alrededor. Lo que hoy
denominaríamos dormitorios o cuartos (cubiculum) eran pequeños, donde cabía una
cama y poca cosa más. Además no tenían ventanas exteriores.
Estos
dos tipos de vivienda no eran los únicos en Roma: existían las villas romanas y
el palacio del emperador.
Villa
romana:
Palacio
imperial:
¿Quines vivían en las
domus?
Para
saber esto leímos un texto:
“Esclavos
domésticos o antiguos esclavos, ahora liberados, el padre de familia, su mujer
(...) dos o tres hijos e hijas: tales son los miembros de una familia, a los
que habrá que añadir algunas decenas de hombres libres, los fieles o
“clientes”, que acuden cada mañana a desfilar por la antecámara de su protector
o “patrono a fin de rendirle una rápida visita de homenaje. Sólo que una
familia así entendida no es una familia “natural” y los vínculos afectivos a
que se da lugar están tan desfasados como los nuestros y son más pintorescos”. Historia de
la vida privada. Tomo I (79)
“Una mujer
es un niño grande que hay que cuidar a causa de su dote y de su noble padre.
(...) Un marido es el dueño de su mujer, como de sus hijas y de sus criados
(...) Si su mujer le engaña, le echarían en cara por su falta de vigilancia o
de firmeza”.
Historia
de la vida privada. Tomo I (53)
Vimos
que en una domus vivían muchas personas e hicimos una listas:
- Pater o jefe de
familia
- Esclavos
- Hijos e hijas
- Esposa
- Visitaban clientes
El
pater era la figura más importante: tenía total autoridad sobre los miembros de
la familia. Él administraba el patrimonio de todos; tenía autoridad sobre sus
hijos hasta la muerte; podía castigarlos si lo consideraba pertinente
desheredándoles (quitarlos del testamento y dejarlos sin herencia) e incluso
podía decidir su muerte. Esto no era lo más común. Una vez que un pater
destacado de la sociedad decidía criar a un hijo, iba a pagar todos sus gastos
e intentaba que su hijo accediera a cargos públicos como ser senador.
Los
esclavos en estas casas eran numerosos y algunos se destacaban sobre los otros:
había esclavos comunes que se dedicaban a los quehaceres del hogar pero otro
cumplían una función muy especial en la vida de los hijos de la familia. Los
más destacados son el pedagogo y la nodriza. El pedagogo se encargaba de
enseñar las primeras letras y era quien educaba a los niños, no sus padres.
Solía ser griego para que aprendieran desde pequeños ese idioma tan
representativo de la clase alta. La nodriza era la madre de leche de los niños.
Las mujeres de familias adineradas durante el imperio no veían muy bien amamantar
a sus hijos, por lo tanto se lo encomendaban a estas esclavas que eran muy bien
tratadas por sus ambos, igual que el pedagogo. Esta práctica de tener “madres
de leche” no era tan extraña en Montevideo. Artigas, además de su madre, tenía
una madre de leche que lo amamantaba de pequeño-
Los
hijos e hijas tenían una relación especial con sus padres. Recién nacidos, el
pater, decidía si quería tenerlos o no. Los campesinos pobre, a veces, no podían mantener a muchos hijos,
por lo tanto se los daban a familias vecinas. Era muy común que se adoptaran
hijos, como hizo Julio César con Octavio. No había una edad en que se alcanzara
la mayoría legal, porque siempre los jóvenes estaban sujetos a las órdenes de
su pater o de su abuelo paterno, jefe de la familia. En la juventud, los
varones tenían algunos permisos que no todos tenían porque se los consideraba
aun inmaduros: se juntaban en grupos y salían por las noches a hacer cosas
terribles, como escribir graffitis o golpear personas. Entre estos jóvenes
estaba Nerón, emperador desde el 54 al 68. Generalmente iban a los espectáculos
públicos como el Circo y alentaban a los competidores generando grandes
disturbios.
Las
mujeres debían obediencia total al marido. Se las consideraba como inferiores a
los hombres, por lo tano debían ser cuidadas como niños. El casamiento, por el
cual la mujer abandonaba su casa paterna y pasaba a ser miembro de la familia
del esposo, era un contrato pero que no tenía vínculos afectivos entre los
cónyuges, no eran necesarios. A pesar de esto, muchos testimonios de varones
dicen haber encontrados esposas que les fueron fieles y se transformaron, con
el tiempo en su amiga.
En
la clase que viene retomaremos el culto familiar que hoy no terminamos.
Un
culto doméstico:
El padre, pater, es el principal sacerdote de este
culto, por lo tanto su poder como jefe de familia revestía un carácter sagrado.
El culto principal era a sus antepasados que recibían el nombre de manes. Cumplir con los ritos implicaba
tranquilizar estas almas y convertirlos en genios benefactores del hogar. Si se
olvidaban estos deberes, podían convertirse en fantasmas denominados larvas, que atormentaban a los miembros
de la familia. El símbolo principal del culto era el fuego del hogar que,
siempre encendido, se encontraba en un pequeño altar. Allí se hacían pequeñas
ofrendas como vino, leche o pan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario