En
esta clase seguimos hablando de Esparta.
Volvimos a ver que ante el problema del aumento de la población y la
falta de tierras, los espartanos decidieron aumentar el territorio de su polis
y para ello conquistaron la región de Mesenia, al oeste de Esparta y dentro del
Pelponeso. Mesenia posee tierras muy fértiles para cultivar cereales y también
posee minas de hierro, metal que servía para construir las armas más poderosas
de la época.
Muchos
habitantes de Mesenia, tras ser derrotados en combate, fueron reducidos a la
condición de ilotas y sus tierras fueron repartidas entre los espartanos. Para
mantener el control sobre los territorios conquistados y evitar que los pueblos
vencidos se rebelaran, Esparta tuvo que convertirse en una polis militarizada y
llegó a poseer el mejor ejército de Grecia. Todo ciudadano espartano debía
consagrarse al servicio militar y para ello se le educaba desde niño.
Vimos
que apenas nacido un niño era presentado a los ancianos. En caso de ser deforme
o débil, se le arrojaba a un precipicio en el monte Taigeto, por ser inútil
para el servicio militar. Los niños bien constituidos se entregaban a la
familia, pero a los siete años de edad volvían a manos de la polis. Empezaban
entonces el duro aprendizaje de la vida militar, dedicados el día entero a
ejercicios físicos, saltos, luchas y carreras, a fin de acostumbrar el cuerpo a
la fatiga y adquirir gran resistencia y agilidad.
También
se les exponía al frío y al calor y se hacían concursos de resistencia a los
porrazos en los que resultaba ganador el último en quejarse. Se dio el caso de
niños que murieron sin haber exhalado un solo gemido. Se les daba poco alimento
y se les permitía robar para saciar el hambre, pero si eran descubiertos
robando eran severamente castigados, no por el robo, sino por la falta de
astucia al dejarse descubrir.
A
los diecisiete años el joven espartano ingresaba en el ejército y permanecía en
el servicio activo hasta los treinta años. A esa edad se casaba y podía
integrar la Apella o Asamblea de los ciudadanos. Pero esto no lo liberaba de
sus obligaciones militares pues seguía formando parte de la reserva hasta los
sesenta años.
Las
niñas, por su parte, también realizaban ejercicios físicos, igual que los
varones y se preparaban para ser madres y esposas de soldados. La tradición
recoge algunas anécdotas de las madres espartanas: Cierta madre, al enterarse
al mismo tiempo de la muerte victoriosa de sus cinco hijos exclamó: “¡Tanto
mejor, demos gracias a los dioses!”. Otra madre, loca de vergüenza, mató a su
propio hijo porque huyó del campo de combate y otra le dijo a su hijo antes de
partir al combate: “¡Vuelve con tu escudo o sobre él!”
Luego
hablamos del equipo de los hoplitas espartanos: iban al combate revestidos de
túnicas rojas, un casco con un penacho de plumas, el pecho cubierto por una
coraza y protegidos con grandes escudos
y portando una lanza y una espada. Marchaban cantando himnos de guerra y tenían
prohibido retroceder o rendirse. La muerte era preferible a una derrota
vergonzosa.
Por
último, relatamos un episodio memorable que tuvo como protagonistas a 300
espartanos que bajo las órdenes de su rey Leónidas dieron su vida en el pasaje
de las Termópilas, luchando frente al imponente ejército invasor persa del rey
Jerjes. Esa batalla es recordada hasta hoy como ejemplo de valentía, amor a la
patria y resistencia la invasor. En ese lugar, aún puede leerse esta
inscripción: “Viajero, ve y di a Esparta que
aquí reposan trescientos ciudadanos suyos que murieron por obedecer sus leyes”.
IMPORTANTE:
Todos tienen las fichas que entregamos en clase para hacer de deberes en sus
casas. La tarea no es difícil y quisiera que todos la hagan. Si tienen alguna
duda, no dejen de escribirme a mi correo. Aquí les dejo las imágenes del
hoplita y de la falange espartana para que puedan verlas mejor:
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