En
esta clase estuvimos viendo como luego de las Guerras Médicas, la mayor parte
de las polis griegas se agruparon en dos grandes ligas: la liga de Delos,
dirigida por Atenas y la liga del Peloponeso, dirigida por Esparta.
Ambas ligas eran rivales y no tardaron en enfrentarse. Esa guerra es conocida
como la “Guerra del Peloponeso” y duró 27 años (del 431 al 404 a.C.).
En
la Guerra del Peloponeso Atenas salió derrotada y Esparta se convirtió en la
polis más poderosa de toda Grecia. Sin embargo, la opresión que Esparta impuso
sobre las otras polis llevó a nuevos conflictos y eso causó el debilitamiento político,
económico y militar de todas ellas. Ese debilitamiento fue aprovechado por el
reino de Macedonia que comenzó primero a intervenir en los asuntos de los
griegos y luego a conquistar los territorios de Grecia.
El
mapa que vemos a continuación nos permite ubicar a Macedonia, al norte de
Grecia y también nos muestra el estado de división en ligas en que se encontraban
las polis griegas luego de las guerras del Peloponeso. Vemos en color celeste a
los aliados de Atenas, en verde a los aliados de Esparta y en amarillo a los
aliados de Tebas, que fue una polis que logró dominar gran parte de Grecia por
un breve período.
La
población de Macedonia era de origen indoeuropeo, hablaba un dialecto griego y
creía en los mismos dioses que los griegos. Sin embargo, los macedonios eran
considerados “bárbaros” por los griegos porque, a diferencia de ellos, no se
habían organizado en polis. Eran gobernados por un rey que estaba rodeado de un
grupo de nobles, difíciles de dominar y que eran duros guerreros.
Ya
dijimos que los griegos despreciaban a los macedónicos, pero en cambio los
macedonios sentían admiración por los griegos. Varios reyes macedónicos se
preocupaban de imitar la cultura y las costumbres griegas. Uno de esos reyes
fue Filipo (357-336 a.C.), al que solamente nombramos en clase y sobre el que
volveremos a hablar en la próxima.
Pero
ya les adelanto que Filipo fue uno de los reyes macedónicos más capaces: mejoró
la economía de su reino, logró dominar a su nobleza, mejoró su ejército: la
falange espartana, sobre la seguiremos hablando en clase. Gracias a eso, Filipo pudo aprovecharse de la
debilidad de las polis griegas para dominar toda Grecia y luego volcar sus
fuerzas contra el Imperio Persa.
El
viernes seguiremos adelante con las conquistas de Filipo y conoceremos a su
hijo Alejandro que llegó a conquistar regiones inmensas en el Asia, más allá de
lo que los macedonios y griegos hubieran podido imaginar…
Hasta
el viernes.
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