En
la clase de hoy vimos que una parte importante de la vida de los romanos
transcurría en espacios públicos, como la calle, las termas (baños) o el
Coliseo. Estos no son los únicos: un lugar muy apreciado era el Circo Máximo o
los foros.
Para entender la vida
en las calles leímos entre todos el relato de un escritor, que vivió en ese
período, Juvenal.
En Roma
los enfermos mueren muchas veces por falta de sueño, y la enfermedad misma les
viene de un alimento mal digerido, que se les queda y fermenta en el estómago.
¿Es que el sueño penetra alguna vez en las bohardillas? Para dormir en Roma hay
que ser rico. Este es el origen de nuestras enfermedades. Los carros que pasan
y se enredan en las vueltas de nuestras calles estrechas, y las injurias que se
dicen los carreteros, producen un estrépito capaz de despertar a las focas. El
rico, si algún asunto le hace salir de su casa, tendido en su litera, llevado
en brazos de sus altos esclavos ilirios, corre por encima de las cabezas de la
multitud que se aparta. (…) No obstante, va más de prisa que nosotros. En vano
nos apresuramos, somos detenidos por la ola de
la muchedumbre que tenemos delante, empujados por la que nos sigue. Uno
me tropieza con el codo, otro más rudamente todavía con una tabla; en la cabeza
me dan con una viga o una jarra. Mis piernas se cubren de un barro pegajoso (…)
Cada cual
se hace seguir con su batería de cocina. ¡Cuantas marmitas y utensilios
amontonados en la cabeza de ese pobre y pequeño esclavo! Lleva, no obstante,
sin doblegarse, todo ese armatoste colocado en un hornillo cuyo fuego aviva la
carrera. ¡Qué de desgarrones en las túnicas ya varias veces remendadas! Se ve
anunciarse de lejos sobre un carro una larga viga. El tronco de un pino avanza,
otro detrás se balancea por encima de las cabezas que amenazan (…)
Considera
ahora los peligros de la noche. Mide con la vista el espacio que se extiende
desde el suelo a las ventanas de los últimos pisos, de donde llueven sobre
nosotros los tiestos, los cántaros cascados o desportillados. Ve aquí cómo su
caída deja señales en el pavimento. Hay que ser un despreocupado, no querer
considerar lo que pueda ocurrir para ir a cenar de convidado sin haber hecho un
testamento. Cuando pasa, cualquier ventana abierta, allí donde no duermen, es
una posibilidad de muerte. Luego, todo lo que puedas desear es muy poco: que
esas ventanas se contenten con inundarte con el contenido de sus vasijas…”
Aunque a los ojos de
las demás ciudades Roma es el ejemplo de ciudad, Juvenal describe muchas cosas
que no son tan positivas: en primer lugar cuenta que las calles eran sumamente
ruidosas. Allí había mucha gente y el griterío era enorme. Empeoraba la
situación el hecho de que fueran tan estrechas, la mayoría de las calles no
tenía más de 5 metros
de ancho y los callejones y pasajes no superaban los 3. Además, para ser una
ciudad antigua, su población era muy elevada.
Para este autor, el
ruido era lo que tenía enfermos a los romanos. Los únicos que se salvaban de
esa muchedumbre y ruido eran los más pudientes, que se transportaban por las
calles en literas (ver imagen). Allí iban recostados, leyendo o durmiendo,
mientras sus esclavos los cargaban.
Quienes debían caminar para asistir
a distintos lugares, tenían un traslado bastante difícil. Los conductores de
carros se gritaban unos a otros (parecido al tránsito de hoy); las personas
transportan cosas, como palos, vigas, vasijas que golpeaban a los otros
caminantes.
Lo peor de todo, para Juvenal, es
que cayera una vasija desde alguna vivienda. Era muy común que eso sucediera,
por eso es más difícil caminar de noche. Los romanos dividían su día en dos
partes, una diurna y otra nocturna. Sus actividades se llevaban a cabo durante
el día, en la noche no tenían actividades fuera de su casa. La cena se servía
entre las 4 y las 5 de la tarde. Sin embargo, si eran invitados a un banquete,
que era usual entre los ricos, debías volver de noche y las calles eran muy
inseguras. Muchos jóvenes solían hacer cosas terribles como golpear personas, a
grafitear las paredes (sí, los romanos hacían graffiti) y otras cosas. Además
se corría en riesgo de que una de las vasijas que caía desde las viviendas,
pudiera no estar vacía…
Las
Termas:
Estos
eran lugares de esparcimientos para los romanos. A pesar de que se denominan
baños públicos, no tienen un fin higiénico en absoluto. A los romanos no les
interesaba asistir a las termas a bañarse (higienizarse) sino a disfrutar de
las distintas piscinas, de agua fría (frigidarium), tibia (tepidarium) o
caliente (caldarium). La función que cumplían era similar a lo que hoy hacemos
en las playas, es decir, despejarnos, disfrutar del entorno, conversar.
Sin
dudas, estos sitios dejaron a todos lo contemporáneos boquiabierta. Eran (y
son) una maravilla de la arquitectura. Por debajo de estas piscinas se
encontraba todo el sistema de calefacción del agua. Muchos esclavos trabajaban
allí. Además no era un derecho reservado para los ricos: TODOS PODÍAN ASISTIR.
El costo era sumamente bajo, así que pobres y ricos, hombres mujeres y niños,
asistían a las termas. Allí se podía comer, se podían leer porque tenían
bibliotecas, y se podían hacer ejercicios físicos. Había incluso baños de
vapor!!!
El
Coliseo:
El
coliseo, inaugurado en el año 80 por el emperador Tito, es el símbolo de la Ciudad Eterna. El más fabuloso
anfiteatro conocido en la antigüedad lo poseía Roma, por lo tanto, muchas
personas de distintos lugares del Imperio hacían largos viajes para presenciar
estos espectáculos.
El atractivo del Coliseo, además de
su majestuosidad, eran espectáculos de carácter mortal. Allí luchaban hombres y
animales indistintamente. En muchos casos se enfrentaban gladiadores a bestias
nunca antes vistas por los romanos, como hipopótamos o jirafas. Otras veces los
gladiadores se enfrentaban entre sí, con distintos armamentos. Lo más atractivo
era el desenlace: una vez vencido uno de los contrincantes, se ponía a
disposición del público si el vencedor debía matarlo o no. Si el público
consideraba que el perdedor había sido lo suficientemente valiente, perdonaban
su vida con el pulgar hacia abajo o sacudiendo pañuelos. Si el perdedor era un
cobarde, el público ponía su pulgar hacia arriba, por lo que era asesinado.
Un lujo total del Coliseo era su
capacidad de transformar la arena en otros ambientes, incluso en batallas
navales. Tenía un sistema que permitía inundar todo e recintos donde se
llevaban a cabo batallas de barcos de guerra pequeños. Estas batallas eran
llamadas naumaquias.
El acceso era también público: todos
podían ingresar y además, como duraban todo el día, se servían vino y comida,
se regalaba pan, por lo que también era un incentivo para los pobres que no
tenían qué comer. En días de mucho sol, se tendía por encima del coliseo toda
una vela de lino (como la de los barcos) que cumplía una función de protección.
Deberes: Para el día viernes deben realizar una
descripción lo más completa posible de uno de los entretenimientos romanos: el
coliseo, las termas o el circo máximo. Para esto pueden acudir a todo tipo de
información en libros, Internet, documentales. Dejo aquí links para algunos
videos.
http://www.youtube.com/watch?v=GHvkdqG9Fxo
(En este video hay una parte de las termas pero no todo.)
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